Consejos para un Adulto Mayor saludable
Los especialistas de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile entregan estas recomendaciones claves para que un adulto mayor mantenga en buenas condiciones su calidad de vida.
Cada uno de estos pilares se relaciona entre sí y aporta para el bienestar físico y emocional de la persona mayor.conseguir envejecer activamente es recomendable centrarse en estos pilares: controlar los factores de riesgo de enfermedades (fundamentalmente las cardiovasculares y el cáncer); mantener la actividad física; mantener la actividad mental; mantenernos participativos socialmente; cuidar y equilibrar la dieta, y cuidar nuestra salud emocional.
Y es que “todos estos factores están íntimamente relacionados entre sí y, en muchas ocasiones, son fruto unos de otros. Por tanto, podríamos resumir en mantener unos hábitos de vida física, social y mental saludables”, remarca el presidente de la SEGG
Alimentarse sanamente: Una dieta equilibrada en esta etapa de la vida debería incluir abundantes verduras y frutas diariamente, tomar leche o yogur, según la tolerancia de cada uno, ingerir alimentos con poca grasa, preferir el pescado, pavo, pollo o carnes rojas sin grasa, comer legumbres y granos enteros.. Estos alimentos nos permiten estar sanos y vivir mejor, porque aportan una cantidad suficiente de proteínas, grasas esenciales, minerales, antioxidantes y agua.
La importancia de un sueño reparador: Un buen sueño nocturno afecta positivamente la salud, permite descansar, consolidar aprendizajes y mantener una buena salud mental. El sueño puede afectarse por muchas causas y se deben revisar y manejar antes de recurrir a medicamentos. Las causas de un mal dormir puede ser por problemas físicos como por ejemplo dolor crónico o enfermedades descompensadas; Problemas psicológicos como enfermedades del ánimo o ansiedad; malos hábitos de sueño como siestas prolongadas, horarios de acostarse irregulares, ver aparatos electrónicos hasta muy tarde (TV o computador), consumo de bebidas energéticas o café; Problemas del entorno como excesivo calor en la noche o ruidos molestos pueden alterar también el descanso. Es importante considerar que el manejo farmacológico del sueño conlleva riesgos que aumentan con la edad, por lo que siempre es mejor privilegiar un buen hábito del sueño y tratar las otras causas que lo puedan afectar.
Ejercicio diario: La actividad física reporta varios beneficios. En el área mental, se observa una reducción de la sintomatología ansiosa, ya que la actividad física regular eleva los niveles de endorfinas, noradrenalina y serotonina, lo que genera estabilidad de ánimo y favorece un sueño reparador. También mejora el rendimiento cognitivo en personas con demencia y trastornos cognitivos, en adultos mayores con baja auto-estima, la actividad física aumentó el auto-estima y llevó a una mejora en la percepción de bienestar. También mantener actividad física aparece como una herramienta útil en la prevención de caídas en el Adulto Mayor. Y a nivel cardiovascular es ampliamente reconocido que 3 a 5 sesiones semanales de ejercicio son capaces de mantener una buena función cardiovascular. La actividad física contribuye a la prevención y manejo de una serie de enfermedades, entre las que se destacan las enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo II, obesidad, hipertensión arterial y depresión entre otras.
Autonomía y optimismo de vida: Es deber de la persona mayor practicar su autonomía, ésta será un indicador de calidad de vida y un aporte a la sociedad. Incluso cuando hablamos de situaciones relacionadas con el fin de la vida, dependencia severa y personas mayores institucionalizadas, será un derecho de los mayores el poder conservar su autonomía. El verse a sí mismo como una persona que puede tomar decisiones, será fundamental para la autoestima de la persona mayor y un ejemplo para su familia y entorno. Al integrar la autonomía y el optimismo como un modo de vida, practicando las emociones positivas y entendiendo que cuando el tiempo se acorta es mejor centrarnos en lo que nos hace bien se tendrá una mejor calidad de vida y de esa manera la vejez dejará de ser la sombra de la juventud, y tendrá un significado propio.
Actividad social: reúnase con sus amigos, salga a bailar, a conversar, asista a reuniones sociales. Es ideal gozar de una buena vida social, disfrutar de los lazos afectivos fuertes, de la pareja, hijos, familia, amigos y otros grupos sociales. Es deseable mantener una actividad útil, en la que se desarrollen capacidades, se mantenga contacto con otras personas, en la que se obtengan beneficios claros (materiales u otros), y sea de todo el gusto de quienes la desarrollan.
No automedicarse: Está demostrado que los adultos mayores toman tres veces más medicamentos que las personas más jóvenes y que aquellas personas mayores que toman entre 2 a 6 fármacos al menos 3 son automedicados. Siendo la polifarmacia un riesgo para la salud no sólo por las interacciones entre fármacos y los potenciales daños a órganos, sino también una fuente de empobrecimiento económico y deteriorar en nuestra salud, pudiendo incluso generar una hospitalización o precipitar la pérdida de nuestra autonomía y una posible institucionalización. Por esto se recomienda no automedicarse y siempre preguntar a su médico. Pídale que le explique bien como tomarlos y cumpla con las indicaciones sobre las dosis y el periodo de toma de fármacos.
Mantenga un control médico regular: enfermedades como la hipertensión, diabetes, problemas de colesterol, depresión entre otras pueden afectar la memoria. Por ello, es vital controlarse regularmente.
Mantenerse hidratado: Las personas mayores son especialmente sensibles a deshidratarse, porque normalmente tienen menor capacidad de sentir sed. Esto nos recuerda que a personas con mayor discapacidad o aislados hay que ofrecerles líquidos frecuentemente y estimularlos a tomar, aún cuando ellos no lo soliciten. Especial preocupación hay que tener en los días de mayor calor, por mantenerse hidratado, consumir agua o productos líquidos para evitar la deshidratación.
Actividad mental: Ésta es indispensable para conservar las capacidades intelectuales. La buena memoria, el aprendizaje, el lenguaje, las destrezas manuales, la capacidad de hacer cálculos matemáticos y de realizar actividades artísticas (como música, danza, poesía, etc.), depende de cuánto se ejerciten estas habilidades. Mientras más activos, mantendremos un mejor rendimiento y por más tiempo. Por otra parte, si hemos perdido alguna de estas capacidades, podemos recuperarla con un trabajo adecuado.